«EL VIRUS MÁS LETAL»

«EL VIRUS MÁS LETAL»

«No soy víctima del mundo que veo porque yo misma lo creé con ayuda de mi ego.
Así mismo, puedo renunciar a él con la misma facilidad con la que lo construí»

UCDM

Como ya es sabido desde hace mucho tiempo, la mente y el cuerpo son absolutamente inseparables; lo que sucede en la mente, el cerebro lo registra y, a través del maravilloso sistema nervioso se comunica instantáneamente la información recibida en la totalidad de los receptores celulares, entonces el cuerpo manifiesta los efectos o las consecuencias (ya sean positivas o negativas) que la mente previamente experimentó.

Muy brevemente, así es como sucede. En otras palabras, para que algo exista en la vida o en el cuerpo (sea lo que sea), siempre, sin excepción, primero debe ocurrir el pensamiento en la mente del individuo y, como consecuencia instantánea a nivel cerebral, deben existir las células neuronales necesarias para su creación “exterior”.

En realidad, el cuerpo es solo un instrumento del “yo pensante”, es un instrumento al servicio mental de quien lo posee, y hará justamente aquello que se le ordene, tal como el instrumento que es… Del mismo modo que lo es un cuchillo, pues el cuchillo no tiene función propia, más de la que uno le dé. Puede servir para cortar algunas frutas y preparar una deliciosa ensalada, o puede ser usado para lastimar físicamente a alguien, es decir, en cualquier caso, el instrumento solo responderá al que lo está utilizando… Yo te pregunto, ¿acaso culparías o responsabilizarías al cuchillo por herir a alguien? ¿acaso dirías que es el creador del riquísimo platillo que estás degustando? ¡Absolutamente no!

Entonces, ¿por qué nos atrevemos a culpar al cuerpo cuando aparece la enfermedad? Diciéndole que es débil, que tiene bajas las defensas, que no funciona bien, que la edad… ¡Por favor! Abramos los ojos y démonos cuenta de que, el cuerpo no puede ser el responsable de lo que experimenta ni de los resultados que nos brinda… ¡Lo único responsable aquí es nuestra propia mente! El cuerpo es un fiel sirviente de la química con la cual lo alimentamos según los pensamientos que mantengamos con mayor regularidad.

Y tú… ¿eres selectivo con tu alimento mental?

Por muy incómoda que pueda parecer la siguiente afirmación, si de verdad queremos tomar el control de nuestra vida, incluida nuestra salud, empecemos por abrir la mente para eliminar viejos paradigmas que más que ayudarnos, solo nos han complicado la existencia…

La afirmación y verdad de todo, viene de la Ley Universal del Mentalismo, la cual explica a gran detalle que el Universo es Mental, así como su funcionamiento, como lo he expresado brevemente en este artículo, esto significa que ¡lo único que puede enfermar es la mente! Y, como esta está intrínsecamente conectada con el cuerpo, este inmediatamente, a nivel físico, manifestará dicha enfermedad. Enfermedad que encajará perfectamente a las emociones y pensamientos recurrentes; enfermedad que responderá perfectamente a las vibraciones energéticas y magnéticas que la emoción y el pensamiento emitan; enfermedad que cubrirá en su totalidad a nivel material todo el simbolismo creado a nivel mental.

Nada puede ser creado de otra manera, todo se basa en la Ley del Mentalismo y, la principal característica de las Leyes Universales es que éstas están en funcionamiento siempre, creamos en ellas o no, punto. Simplemente no es posible escapar de sus influencias, por ello, es mejor estudiar su funcionamiento, siendo que, en realidad, éstas existen para operar a nuestro favor, sin embargo, no podemos beneficiarnos hasta que las reconozcamos y nos dejemos servir conscientemente de ellas. Tal como con la Ley de la Electricidad, la cual siempre ha existido y existió, pero no fue hasta que alguien dedujo cómo utilizarla y nos compartió dicho conocimiento, que pudimos utilizarla, ya sea en forma de luz, sonido o calor.

Por poner otro ejemplo, la Ley de la Combustión, nos confirma con total seguridad que, si tocamos el fuego con la mano indudablemente nos quemaremos; del mismo modo, mantener pensamientos de miedo, celos, ira, preocupación, ansiedad, etc, siendo éstos metafórica y a la vez literalmente los fuegos internos que queman, cualquiera que los manipule y les dé vida, sufrirá las consecuencias… Ni las oraciones, ni cualquier método evitará el sufrimiento a menos que quitemos la mano del fuego o a menos que dejemos de encender dichas “fogatas” en nuestra propia mentalidad.

“El miedo a la enfermedad mata más gente que la enfermedad misma (…)”

Swami Satchidananda

Así es que, habiendo dicho lo anterior, vayamos al “grano”… El miedo emite una vibración de baja frecuencia, dicha frecuencia nos paraliza y nos vuelve fácilmente vulnerables y manipulables. Es evidente que cuando alguien experimenta miedo, se convierte en un blanco fácil de manipulación. Al mantener constantemente pensamientos de miedo, nuestro campo magnético corporal baja, y en consecuencia también bajan las defensas de nuestro organismo, haciéndonos candidatos a enfermar o ser contagiados de alguna enfermedad, principalmente de la que más tememos.

Todo aquello a lo que le temas, tomará forma en tu vida, siendo que le has obsequiado lo único que necesita para su materialización, ello es tu atención.

Por otro lado, pudiéramos considerar la palabra como uno de los primeros espejos del pensamiento, por ende, podemos deducir que, aunque en menor grado, las palabras tienen el poder de crear, es por ello que, como lo menciona el Dr. Miguel Ruiz en uno de sus acuerdos, es muy importante ser impecables en todo momento con nuestras palabras, y aquí me permito aludirle que, no es tanto cuidar de ser impecables con las palabras que pronunciamos, sino más bien con las palabras que no pronunciamos, pero que rondan gran parte del tiempo dentro de nuestros pensamientos, pues es ese diálogo interno “silencioso” lo que afecta en un grado muy poderoso el aspecto psicosomático.

En estos momentos, las “semillas del miedo” ya están plantadas a nivel mundial, siendo que la consciencia social es muy fácil de manipular, sin embargo, así como lo indeseado ha sido creado primeramente en el pensamiento, es ahí el único lugar donde debemos empezar a curar, por ende, empieza por prestar atención a tus pensamientos: ¿Qué tipo de pensamientos engendras con mayor regularidad? ¿Por qué piensas lo que piensas? ¿A quién le has obsequiado tu poder de pensar? ¿Los pensamientos realmente son tuyos o los has tomado prestados? ¿Piensas de manera consciente o inconsciente? ¿Por qué has elegido generalmente los pensamientos que te causan sensaciones de miedo y dolor? ¿Por qué contribuimos a crear mas drama? Si realizas este ejercicio a consciencia, te darás cuenta que lo hacemos porque la pandemia actual, ha despertado nuestros miedos más profundos, pero si observas a detalle, no es tanto que los haya “despertado”, sino más bien es que solo nos los ha REFLEJADO, siempre han estado ahí, pero ahora, como el ego se percibe amenazado, es que nos es más sencillo verlos. Recuerda que el mundo y los resultados que vivimos a nivel exterior, son solo una consecuencia de nuestro mundo interior. Lo que vemos allá “afuera”, solo existe porque lo hemos creado “dentro”.

El miedo es el elemento mental que el virus necesita para entrar.

Si de verdad quieres ayudar a los demás, debes empezar por ayudarte a ti. Hazte cargo de limpiar tu mente, ponte en contacto con la naturaleza, practica la meditación, hasta que dicho hábito te sane hasta el corazón. Mantente presente viviendo este momento tal cual es, pues este momento es perfecto y podrás vivir dicha realidad cuando elimines toda esa historia de terror mental. Abraza la vida y la vida te abrazará a ti. Ser consciente de lo que te dices diariamente y enfocarte en alimentar tu mente amorosamente, es el antídoto infalible para evitar infectarte. Pues cuando no te permitas INFECTAR POR EL VIRUS DEL MIEDO, no habrá ningún virus mundano que pueda entrar en tu realidad, y estarás contribuyendo a la mejora de la realidad de la humanidad.

Descubrirás que con tu cambio interior, experimentas la vida libre de tensión, rodeada de amor, paz, alegría y sobretodo libertad. Libre de miedo, libre de angustia y preocupación, y al no existir dichos ingredientes, es imposible “cocinar” crisis, enfermedades, conflictos o limitación alguna, del mismo modo que no puedes preparar un platillo “chatarra” con frutas y verduras orgánicas recién cultivadas. La verdad es que todo está en armonía con todo, siempre estamos a salvo, todo está bien.

Ahora ves que el remedio para curar el virus del miedo no se encuentra en ningún medicamento o inyección, más bien se encuentra en cuidar tu vibración. La vibración del amor, de gratitud, de plenitud, de alegría, de paz y de cualquier otra sensación que sea agradable experimentar, ya está en ti, es parte de tu naturaleza, en todo momento te habitará, es por ello que está a tu alcance, siempre y cuando dejes de estorbarte con creencias paranoicas y sin fundamento real, pero que son muy fácil de “enganchar” mientras no observes a profundidad.

Permítete conectar con la inteligencia universal. Para ello, en vez de entretenerte poniendo toda tu atención hacia afuera, canalízala hacia dentro, ahí te encontrarás con dicha inteligencia, inteligencia siempre en silencio, siempre serena, siempre en paz, esto te ayudará a elevar tu frecuencia vibracional y te pondrás en otra sintonía que de otro modo, no podrías alcanzar.

Obviamente no estoy diciendo que no tomes las medidas preventivas necesarias, lo que digo es que no necesitas el pánico, el miedo, la preocupación o la ansiedad para realizarlas. Simplemente realízalas, pero sin acompañar tus acciones con la pesada carga emocional que más que ayudar, es la causa de que puedas enfermar.

Recuerda que, por el “simple” y a la vez increíble hecho de pensar, ¡SOMOS CREADOR@S! y por lo tanto, no existe momento en que no estemos creando. Procura crear desde el amor, no desde el miedo, procura crear desde la paz no desde el conflicto, desde la salud y no desde la enfermedad. Debes saber que no viniste a este mundo a sobrevivir, sino a evolucionar para VIVIR desde una consciencia elevada y absolutamente amorosa.

Y finalmente, si a pesar de lo leído, aún no te ha quedado claro en donde radica la causa de lo que vives, y aún te sientes víctima de la situación o con la sensación de que no puedes hacer nada al respecto, más que temer… Te invito a que eches un vistazo a las letras mayúsculas de este artículo para que vuelvas a recordar, por increíble que parezca, el único lugar donde la solución puede empezar.

“Cuando el ser humano no es capaz de reaccionar (conscientemente), la inteligencia de la naturaleza a nivel universal toma el mando, para poner las cosas en su lugar. Permitámonos ayudar, en vez de solo lamentar”

Con amor, Stephanie Banda.

1 Comment
  • Jaz Sánchez
    Posted at 05:48h, 25 marzo Responder

    Toda la razón simplemente creo que nadie nos enseñó a educar lo que pensamos

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